Todas las previsiones que se adelantan estos días sobre la evolución de la próxima cosecha de cítricos señalan que habrá un descenso de producción respecto a las cifras de la anterior temporada.

Los productores y las organizaciones agrarias aventuran, como es habitual, mayores caídas de las que reconocen los representantes de la parte comercial, que en general asumen que habrá menos, pero algunos se limitan a indicar que aún es pronto para concretar, que es mejor esperar a septiembre, o que puede haber un estancamiento, con menos producción de unas variedades y más de otras.
En todo caso es de destacar que ningún comprador dice que vaya a haber más cosecha. Los más reticentes posponen sus cálculos para definirse o indican que habrá lo mismo. Esto hace cobrar alas a la parte productora, pues es clásico en el sector el debate, por esta época, entre los agricultores, que tratan de minimizar el tonelaje de cosecha que pueda esperarse, en la creencia de que ello podría influir en el precio a su favor, y los compradores, que a su vez procuran arrimar el ascua a su sardina y suelen sostener lo contrario que el productor, en razón de su obvio interés.

La posición de parte del comercio de asumir que la cosecha será menor está extendiendo entre los productores la sospecha de que la bajada global pueda ser al final mayor de la que estiman ahora, con un 20-25% de merma.
Pero esto puede ser un arma de doble filo, pues también los compradores de fuera pueden apresurarse a contactar con proveedores de otros países si creen que no tendrán suficiente suministro desde España. Donde hay unanimidad es en que será bastante inferior la producción de variedades de mandarinas y naranjas tempranas, de septiembre a noviembre-diciembre. Para después hay más dudas.
El descenso se achaca al carácter vecero de buena parte del arbolado (buena producción año sí, año no) y al cierre de muchas explotaciones por la falta de rentabilidad del cultivo.

Fuente: http://www.lasprovincias.es