Usted ha inaugurado su mandato hablando de unidad, tolerancia, humildad y entendimiento. ¿Es para quedar bien o se trata de verdad de un nuevo estilo, una etapa prometedora?

-Estoy convencido de que si no actuamos todos juntos en el sector naranjero, nadie nos hace caso. Lo estamos viendo a diario, no pesamos casi nada, no nos tienen en cuenta, y eso es, principalmente, por la división que hemos mostrado, y porque no somos capaces de decir a las Administraciones: nosotros pesamos tanto, empleamos a a ciento cincuenta mil personas, somos el motor económico de cientos de pueblos y trabajamos unidos por el bien de todos. Ni siquiera hemos sabido hacer notar que seguimos siendo líderes de exportación, ¡con la que está cayendo y con lo poco que representa la agricultura en el PIB general, según predican algunos! No sabemos aprovechar la inercia y sacar pecho. Esto ha de cambiar.

-Pero ¿Intercitrus sirve para algo?
-Servirá si todos remamos en la misma dirección. Debe servir para dignificar el trabajo de cada uno de los eslabones de la cadena citrícola, y desde luego el del agricultor.
-De momento, el agricultor está arruinado y cierra explotaciones.
-No todo el mundo está así, hay productores que, en medio de la crisis, pueden resistir mejor que otros. Depende de la variedad que tenga cada cual.

-¿La entrega de la cosecha a resultas, sin precio, da para poder resistir y dignificar?
-La venta a resultas es una consecuencia de negativas políticas anteriores del Estado y de la Conselleria de Agricultura y de una situación de mayor oferta que demanda que determina serias dificultades para poder vender. La prueba es que se siguen vendiendo a precio fijo muchas variedades, como Nadorcott, Esbal, Marisdol precoz, Arrufatina, Hernandina, Ortanique, Navels tardías... Se apuntan a resultas Navelina, Clemenules, Marisol de segunda fila, etc. O sea, de lo que más hay
-¿Cómo se puede volver a generalizar en el campo la dignificación del precio remunerador?
-Reequilibrando la oferta con la demanda.

-¿Eso significa producir menos de lo que tenemos ahora?
-No necesariamente. Hay que producir menos de lo que sobra y reconvertirlo para producir más de lo que podemos vender bien. Nos sobran naranjas y clementinas en los meses centrales de la campaña, entre noviembre y primeros de enero, y nos faltan en la segunda parte. Lo ideal sería que pudiésemos ofrecer naranjas los doce meses del año y mandarinas entre septiembre y mayo, naturalmente con un reparto de cantidades diferente para cada parte de la temporada, porque la capacidad del consumo no siempre es igual. El problema es la saturación; si no saturamos el mercado todo va mejor.

-¿Se puede seguir luchando frente a una oferta creciente de países terceros y con costes de producción más bajos?
-Ante los que producen más barato, porque tienen sueldos más bajos y menos exigencias sociales, medioambientales y de todo tipo, sólo podemos competir si nos diferenciamos, si nos esforzamos en tener una oferta distinguida. Nosotros podemos jugar la baza de una mayor tecnología, un mejor hacer y una capacidad de dar mejor servicio y más rápido a los clientes. Pero eso exige cambiar de variedades con frecuencia, para tener lo último.

-¿Es cierto que quieren rebajar el sueldo de los 'collidors' y personal de los almacenes.
-Intentaremos que no suban, porque no está el horno para bollos, pero lo que hay que hacer es rebajar el coste general del proceso, mecanizando al máximo lo que se puede automatizar. Además hay que introducir en el convenio nuevas modalidades de recolección, por ejemplo para industria, que es un trabajo más fácil y más rápido.

-¿El comercio privado y las cooperativas van a seguir enfrentados?
-Se impone una reconciliación. Es preciso. Tenemos que olvidar viajas recillas y que impere el sentido común. Tenemos que ir al grano y ser prácticos de una vez, por el bien de todo el sector citrícola,