De no cambiarse la orientación de la nueva normativa en fase de aprobación, las restricciones en ciernes supondrán una tremenda revolución en el campo europeo y ocasionarán graves repercusiones en la mayoría de las producciones, sobre todo en las de tipo mediterráneo, que son las que predominan en la Comunitat Valenciana. La principal consecuencia, de salir adelante este cambio, será una drástica reducción del listado de materias activas que pueden utilizarse contra las plagas. Sólo en cítricos supondrá que desaparezca el 75% de la producción española, pero tampoco podrán cultivarse aquí con normalidad la mayoría de las hortalizas y frutas de consumo habitual.

El panorama que pintó ayer la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) no puede ser más negativo. Si el Parlamento Europeo aprueba la propuesta de eliminación de plaguicidas, habrá una fortísima reducción de la producción de alimentos en Europa, se encarecerá de manera notable la cesta de la compra, que pasará a depender en mayor proporción de las importaciones, y, mientras tanto, se generá más paro en la UE.

Sin armas contra las plagas
De llevarse a término esta propuesta, el listado actual de plaguicidas agrícolas, que es de unas 400 materias activas, se reduciría a menos de 200, con lo que muchos cultivos quedarían sin instrumentos suficientes para llevar a cabo producciones con garantías de calidad y competitividad.

La lista de herbicidas utilizables menguaría en un 32%, la de fungicidas en un 42%, pero la de insecticidas en un 65%. Y este es el punto que más preocupa en la agricultura mediterránea.En los países del norte, más lluviosos, suele haber más problemas de hongos y de malas hierbas, pero seguirán contando con armas bastantes para resolver los problemas de ese tipo. No así en el caso de los ataques de insectos y ácaros, más abundantes en la agricultura del sur de Europa por su particular climatología.

Los productores de frutas y hortalizas pueden encontrarse en breve con que únicamente puedan utilizar 20 insecticidas, un número sensiblemente inferior al de plagas, cuando todos los especialistas aseguran que es preciso contar al menos con tres o cuatro materias activas para combatir a cada agente patógeno, puesto que si siempre se aplica el mismo producto, tras hacerlo varias veces, los insectos generan resistencias y los productos químicos ya no son eficaces ni incrementando las dosis.

AVA ha desplegado en los últimos días una gran actividad para tratar de convencer de esta problemática a personas que tienen capacidad de decisión sobre la misma. su secretario general, Juan Salvador Torres, ha defendido ante el Parlamento Europeo un completo informe en el que se explica la situación y la gravedad de las consecuencias que pueden llegar. Representando a Asaja, Torres desgranó en Estrasburgo los elementos de una situación que tiene en vilo al sector agrario, atemorizado por lo que puede ocurrir, y pidió a los eurodiputados que están por la prohibición de plaguicidas que valoren las repercusiones y que cambien de actitud.

Según las estimaciones de AVA-Asaja, avaladas por múltiples informes de especialistas, de materializarse finalmente la temida reducción de materias activas permitidas, caería de manera rotunda la producción europea de alimentos, pero aún sería más notable el desastre en los países del sur.

Los agricultores tendrían que abandonar sus plantaciones, al no poderlas llevar adelante con criterios de rentabilidad. Sólo en cítricos se estima que dejaría de obtenerse el 75% de la producción actual: de 6,4 millones de toneladas en España se bajaría a 1,18. Más de 30 hortalizas de consumo cotidiano no podrían cultivarse, entre ellas tomates, pimientos, coles,lechugas, alcachofas, etc. Las pérdidas económicas en el campo valenciano se cifran en casi 1.200 millones de euros anuales y su repercusión en el empleo equivaldría a la pérdida de 55.000 puestos de trabajo en la región y unos 350.000 en toda España.

Lo más estrambótico es que seguiría permitiéndose la importación de alimentos producidos fuera con el uso de plaguicidas prohibidos en la UE. Difícil de entender.