Mike Houghtaling, de Dooley Groves, explotación de Tampa Bay con más de 15 variedades distintas de cítricos, es uno de esos productores. Citricultor de toda la vida, Houghtaling plantó unos 8.500 árboles en 2011 y pronto empezó a notar los efectos del greening.

"Pasó de nada el primer año a algún que otro árbol en el segundo, al 10% [de los árboles] en el tercer año y, después, a entre el 20 y 30% este año". Houghtaling señala que su mayor cultivo, los tangelos Minneola (también conocidos como Honeybells), son una de las variedades más susceptibles al greening de los cítricos, lo que podría haber contribuido a la rápida propagación de la enfermedad.

Preocupado porque todo su huerto se viera afectado en dos años, Houghtaling decidió probar con la termoterapia, un método que se ha demostrado que reduce la bacteria del greening en un estudio realizado por el USDA (Departamento de Agricultura de EE. UU.) y el Centro de Investigación y Educación en Cítricos de la Universidad de Florida.