Tras contextualizar el estado de situación y mencionar la realidad de los países que cuentan con la enfermedad en sus producciones, la técnica fue contundente en sus apreciaciones. “La bacteria tarda un ciclo, dos o tres años en desarrollarse y finalmente mata las plantas. No estamos hablando de una enfermedad como la cancrosis”.
Sin nombrarlos directamente, Guillén refirió a los incidentes y demás inconvenientes que se generaron alrededor de la temática, fundamentalmente, entre quienes no están de acuerdo con las normativas que establecen destruir los viveros a cielo abierto.
“Más allá de cómo uno puede reaccionar, más o menos emotivamente, no vamos a solucionar el problema del HLB con las peleas. Hasta ahora encontramos una, ojalá que sea la única”, comentó sobre el supuesto caso de HLB en una planta de Mocoretá, el que aún no fue confirmado (...) Cuanto antes se detecte la enfermedad más posibilidades tenemos que no se propague”, afirmó.

Planteos de viveristas
Hubo planteos de viveristas presentes, quienes eufóricamente rechazaron las medidas del SeNaSA y clamaron por una contemplación sin caer en la destrucción total de los viveros.
“No pretendan dejar a la gente sin trabajo. Tengamos un gesto de humildad (...) para seguir trabajando en la citricultura...no somos tres o cuatro viveristas (los que se oponen a los viveros bajo cubierta), sino la gran mayoría”, expresó la mujer, viverista de Concordia, varias veces aplaudida.
Ante ese cuestionamiento, Guillén respondió: “Con respecto de dar un paso atrás, tenemos que tener en cuenta que el ciclo de la bacteria dura tres o cuatro años. No hay un proceso, no hay una herramienta o un agroquímico que pueda aplicarse para que la planta se mantenga sana. Por eso la medida de erradicación (...) El manejo de cultivo que hemos llevado hasta ahora, no sirve de aquí en más, porque la enfermedad está en la región. Es una medida sanitaria No es el problema de capricho. Es la mejor medida que tiene el hombre de proteger a la citricultura”, resaltó la titular del SeNaSA.