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16.12.2011       963
Naranjas: cómo aprovechar sus beneficios
Los azúcares en el zumo de naranja se absorben más rápido que en la fruta fresca, pero este supone un fácil y agradable consumo.

Las naranjas, con alto contenido en vitamina C, proporcionan al organismo una notable inmunidad contra los virus y los patógenos que acechan durante el invierno. De ahí la importancia de añadir este alimento en la dieta diaria durante los meses más fríos del año. Además de vitaminas, las naranjas contienen sales minerales y tienen un gran poder antioxidante y sustancias.

Según el tipo de consumo al que estén destinadas, hay distintas variedades de naranjas: de zumo, para consumo directo, caramelizar o concentrar en zumos envasados. En la mayoría de los casos, la naranja es uno de los cítricos más utilizados por los consumidores para ingerir en forma de zumo natural, gracias a la promoción de las cualidades beneficiosas que conlleva para la salud. Su aporte de calorías es ínfimo (unas 70 calorías por cada pieza de fruta), aunque esta cantidad varía según el tamaño. La naranja puede consumirse como tentempié entre horas, como postre, en ensaladas o de acompañante en platos de quesos. Además, su pulpa también se utiliza en salsas, batidos o en la elaboración de bizcochos. En definitiva, es un alimento muy empleado, con propiedades beneficiosas para el organismo y que no engorda.

Naranjas en zumo o en pieza

El consumo de zumo de naranja natural ha adquirido mucha popularidad entre la población de todo el mundo. Ocurre lo mismo con los zumos de frutas concentrados que, por su fácil y rápida preparación, basta con servirlos para consumir. Respecto al valor nutricional de ambos zumos, el natural y el concentrado, siempre es más nutritivo el zumo recién exprimido. Los concentrados pasan por diferentes procesos tecnológicos que debilitan las propiedades nutricionales de la fruta fresca. Consumir naranjas enteras o en zumo asegura la dosis de vitamina C que el organismo necesita. Sin embargo, hay algunas diferencias entre una modalidad y otra.

En primer lugar, la concentración de fibra es distinta. Puesto que esta se localiza en la piel y en la pulpa de la naranja, y la piel no se consume, el aporte de fibra recae en su pulpa. Por este motivo, los zumos de naranja carecen de fibra, en comparación con la pieza entera, ya que en la mayoría de los casos se desecha la pulpa. Se calcula que el aporte de fibra en zumo es de 1,5 gramos, mientras que en la pieza entera asciende a 2,5 gramos. La piel blanca que recubre el fruto es la parte más fibrosa, por lo que si se consume entera, se debe pelar la naranja con cuidado y no retirar esta capa superficial. El poder saciante de la naranja también varia según se consuma entera o en zumo. Es un factor relacionado con el aporte de fibra, ya que esta ejerce un papel saciante. Por tanto, sacia más tomar la pieza entera que en zumo.

Lo mismo ocurre con la absorción de azúcares. La fibra ayuda a hacer más lenta la absorción de azúcares, con lo que se evitan picos de insulina y las ganas de comer a las pocas horas. Por tanto, los azúcares en el zumo de naranja se absorben más rápido que en la fruta fresca entera. No obstante, nada tiene que envidiar el zumo a la pieza entera. Su rápido, fácil y agradable consumo hacen de esta modalidad un alimento excelente para comenzar el día.

Exprimir y consumir

El gran poder natural de la naranja es su capacidad antioxidante, es decir, evita los daños causados por la oxidación y, de esta manera, ayuda a prevenir una gran cantidad de enfermedades y fortalecer el sistema inmunitario. En concreto, las vitaminas C y E y los carotenoides son los principales antioxidantes. A esto se le añaden recientes estudios que confirman la detección de otros compuestos, como los fenólicos, con efectos positivos para el organismo.

Destaca la gran inestabilidad de la vitamina C, ya que se degrada de forma muy rápida por el efecto del aire o la luz. Por este motivo, es preciso el consumo del zumo de naranja recién exprimido, ya que no se da tiempo a las vitaminas para que pierdan sus propiedades y se mantienen intactas. Si se conserva el zumo en el frigorífico, se puede retrasar la pérdida de su poder antioxidante, aunque se calcula que, como mucho, los zumos guardan sus propiedades durante 30 minutos en refrigeración. Más allá de este tiempo, las pierden de forma considerable.
 



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