En 2025, la campaña citrícola argentina sumará variedades tradicionales como Salustiana, Navel y Valencia (entre estas últimas, Midknight), junto con ensayos de naranjas sanguinas para diversificar su oferta. Pero antes de llegar a los mercados internacionales, la fruta debe atravesar un camino plagado de exigencias técnicas, sanitarias y logísticas.
Argentina enfrenta un contexto difícil: altos costos, baja competitividad estructural y un sistema logístico que excluye a los exportadores medianos. "Cada hora que no se aprovecha termina generando costos extra que se transfieren al productor", explica Nahuel Lavino, de Citrus FAMA. Esto no solo limita la rentabilidad, sino que también reduce la capacidad de inversión en origen, en un país donde cada exportación es una operación de riesgo.
Además de los obstáculos logísticos y arancelarios, el principal filtro para exportar no está en los puertos, sino en el campo y el empaque: el control fitosanitario. Las enfermedades cuarentenarias como la cancrosis o la mancha negra, presentes en Argentina, restringen el ingreso de cítricos a mercados como Europa. "A la mínima manchita, te pueden dar de baja no solo el contenedor, sino también todo el lote", explica Lavino. La autoridad sanitaria nacional, Senasa, mantiene protocolos estrictos para evitar rechazos internacionales, lo que eleva los requisitos de limpieza, curado y clasificación.
Para responder a estas exigencias, FAMA implementa un plan de sanidad desde la producción. Cada finca sigue una carpeta de campo con protocolos específicos, donde se detallan las curas necesarias, los productos autorizados y los momentos adecuados de aplicación. "Si no hacen las curas necesarias, el descarte se dispara y no rinde ni cosechar", comenta Lavino. Esta disciplina sanitaria se refuerza con inspecciones técnicas y mejoras constantes junto a ingenieros agrónomos.
En el empaque, el punto crítico es la línea de prepacking, una tecnología avanzada que clasifica cada fruta por color, tamaño y calidad. Esta máquina identifica defectos visuales o sanitarios y asegura que solo la fruta apta siga adelante. "Te detecta prácticamente todo en una fruta. Eso ayuda mucho a garantizar que no haya enfermedades visibles, como exige Europa", afirma Lavino.
El desafío no termina ahí. Aun con fruta de calidad, exportar sigue siendo caro y limitado. Europa impone aranceles altos y no todos los mercados están abiertos. "Muchos están completamente bloqueados para la importación del cítrico dulce argentino", admite Lavino.
"Sin embargo, hay una ventana de oportunidad: la escasez global de naranjas, especialmente por la baja producción en EE. UU. y Brasil. Esto ha incrementado la demanda de fruta fresca, particularmente de variedades tempranas, justo cuando Argentina comienza su campaña. Hay muy buena demanda en general", reconoce Lavino, aunque también aclara que no siempre se puede aprovechar por las trabas ya mencionadas.
Frente a este panorama, el enfoque está en resistir, adaptarse y encontrar nichos donde el producto argentino pueda destacarse por calidad y constancia. "Siempre existe un pequeño nicho al que nosotros apuntamos", señala Lavino, reafirmando que la lucha por el mercado no pasa solo por volumen, sino por inteligencia estratégica.
Para más información:
Nahuel Lavino
FAMA
Tel.: +34 636 497 142
nahuellavino@gmail.com
ventas@citrusfama.com.ar
www.citrusfama.com.ar
Fecha de publicación: vie. 16 may. 2025
© FreshPlaza.es / Diana Sajami