La crisis general está empujando a muchos trabajadores en paro a buscar empleo en el sector citrícola, que habitualmente ha hecho de colchón en situaciones similares. Pero ahora las cosas son distintas. La citricultura también está en crisis, y la arrastra desde mucho antes de que estallara la que ahora afecta a todos los sectores, por lo que no está en posición de socorrer mucho. Además, el largo proceso de problemas que afligen al mundo naranjero le está empujando a profundas reconversiones que se traducen, entre otras cosas, en cierres de explotaciones y en cambios apreciables en la forma de contratar al personal que interviene en la recolección.

La mayor parte del trabajo recolector de naranjas y mandarinas descansa hoy en mano de obra inmigrante. Es el resultado de un proceso de años que se asienta sobre varias circunstancias; entre ellas, la secular falta de operarios, en años pasados, para poder atender toda la demanda existente. En tiempos de general bonanza económica, los trabajadorespreferían emplearse en actividades más continuadas y seguras que la recolección naranjera, que exigen menos esfuerzo físico y que incluso estaban mejor remuneradas.
El trabajo en el campo depende mucho de la demanda del mercado y de la climatología, por lo que es frecuente que algunos días no haya tarea y. consiguientemente, tampoco se cobra jornal . Como la construcción y el turismo tiraban con fuerza, la gente prefería buscarse la vida en otras cosas.

Entonces empezó a cobrar mucho impulso la inmigración, y el campo es el primer lugar de recepción laboral para los extranjeros que aún no saben dónde acomodarse. De esta manera, las cuadrillas de 'collidors' han ido dejando de lado este tono autóctono y profesionalizado de antaño, para pasar a ser más recolectores sin experiencia, con sus pros y sus contras. Al menos hay suficiente mano de obra disponible, aunque el resultado se plasme en mayores porcentajes de fruta estropeada durante el proceso.

La mayor parte de la masa laboral inmigrante es gestionada por empresas de trabajo temporal (ETTs) especializadas en ello, y las firmas comercializadoras de cítricos recurren a ellas para contratar diariamente sus necesidades de personal. Así se evitan problemas de todo tipo, incluida la supervisión de los 'papeles' en regla de los contratados, y van sobre seguro.
Los operarios autóctonos que se fueron a otros sectores y ahora están en paro, tienen muy difícil ahora su nuevo entronque en una citricultura que también aspira a encontrar nuevos caminos de ahorro y viabilidad.

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