¿Qué pasaría si un día cualquiera desapareciera la citricultura en Tucumán, la segunda actividad productiva más importante de la provincia? La pregunta pareciera conllevar un propósito al menos agorero, pero de ninguna manera improbable por estos tiempos. El limón tucumano se prepara para iniciar en pocos días una nueva campaña exportadora, en una temporada que a priori se presenta más interesante en lo productivo que el proceso llevado a cabo en 2010, cuando el sector citrícola provincial padeció la falta de volúmenes de fruta como consecuencia de la sequía. Pero no será un período tranquilo: acecha el fantasma temible del Huanglongbing (HLB) , una enfermedad que está destruyendo la citricultura en todo el mundo, y que se encuentra a las puertas de la Argentina.

Por ahora, el accionar conjunto del sector privado y de organismos del Estado, como el Senasa, logró impedir que este mal atraviese la frontera nacional. El HLB es una de las enfermedades más graves que afectan a la citricultura mundial, junto con la Tristeza de los Cítricos. Es una enfermedad ocasionada por una bacteria llamada Candidatus liberibacter, que presenta tres formas: asiaticus, africanus y americanus y afecta a todas las especies y variedades de cítricos , y se aloja en los vasos conductores de savia. Se propaga por material enfermo (yemas o plantas) y por medio de vectores. En la Argentina, se encuentra presente un vector, la Diaphorina citri, aunque la enfermedad no ha sido detectada aún. Hasta 2004 se encontraba restringida a Asia y Africa, pero a partir de ese año su presencia se hizo evidente en Brasil, con una variedad más virulenta de la bacteria asiática. La citricultura argentina posee uno de estos vectores (el psílido Diaphorina citri) pero no posee la enfermedad. El INTA destaca que la gravedad para nuestra citricultura es la presencia de este vector en forma abundante en las quintas cítricas, por lo que sólo se necesita una importación ilegal o no realizadas por los organismos pertinentes en este tema para que la enfermedad ingrese a Argentina con consecuencias de una gravedad inimaginable.

Desde fines de 2009, el Senasa desarrolla tareas de prevención, controles fitosanitarios y fiscalización en el marco de las acciones dispuestas por el Programa Nacional de Prevención de HLB. En los últimos días, el organismo sanitario argentino decomisó dos cargamentos con cítricos provenientes de Bolivia limones que eran transportados sin la documentación que los ampare. El propósito es abroquelar hasta las últimas instancias la citricultura argentina, todavía libre de esta temible enfermedad.

Pero no sólo el plano sanitario preocupa a los citricultores. Por cuestiones diplomáticas -o políticas-, el sector que produce y exporta los mejores limones del mundo ve diluirse cada vez más la posibilidad de acceder al apetecible mercado de Estados Unidos con la fruta. Al conflicto aún irresuelto por el cargamento ilegal detectado el mes pasado en un avión norteamericano en el aeropuerto de Ezeiza, se sumó ahora el reciente informe del departamento de Estado de Estados Unidos sobre el creciente rol de la Argentina en la producción y exportación de cocaína, que derivó en una ácida respuesta por parte del canciller Héctor Timerman. Los argumentos para que desde hace 10 años la citricultura no logre reingresar con los limones a Estados Unidos son fitosanitarios, pero no hay funcionario ni productor argentino que no exclame a viva voz que el freno es político. Entonces, los citricultores se agarran los pelos cada vez que ocurren estos "encontronazos" diplomáticos entre la Argentina y Estados Unidos.

Pero los progresos o no en las tratativas para retornar con el limón a Estados Unidos tendrán poco sentido si el HLB se hace presente en las quintas cítricas de la provincia. El esfuerzo para contener el status sanitario de la citricultura argentina frente al despiadado avance de esta enfermedad debe ser supremo.

Columna de Fernando García Soto para el diario La Gaceta