08.09.2017 476
El sector citrícola español acusa a Rotterdam de ser "un coladero de plagas"
No es la primera vez que se señala a Rotterdam por la laxitud de sus controles.
Este enclave portuario es la primera vía de acceso hortofrutícola a Europa. Por él transitan cada año millones de toneladas procedentes de países no comunitarios, muchas de las cuales después son reexportadas o reexpedidas a otros destinos. Tan ingente volumen comercial no parece tener, sin embargo, un desarrollo paralelo en cuanto al rigor en el control para impedir el acceso de frutas contaminadas con enfermedades vegetales. "Holanda es un coladero de plagas", se suele decir y "las peores se sitúan en Sudáfrica" –se añade–. Y es que, en materia hortofrutícola, la excolonia holandesa es el primer socio comercial de los Países Bajos en general y el primer proveedor no comunitario de naranjas y mandarinas en contraestación, en particular. Nada nuevo, pero la irrupción en la península de un –otro más– patógeno foráneo tan mayúsculo como la Xylella podría remover conciencias más allá de España, tan lejos como en Bruselas.
En este contexto debe entenderse el encuentro que el 6 de septiembre mantuvieron en la capital belga los representantes de la Plataforma por la Dignidad del Agricultor con el propio comisario de Salud y Seguridad Alimentaria, Vytenis Andriukaitis. La audiencia concedida por el máximo responsable de la UE de sanidad vegetal se antoja complicada de entender atendiendo a la juventud y al ámbito provincial de esta plataforma pero sí se comprende mejor al considerar el fuerte impacto de la calamitosa campaña citrícola pasada. Nació en abril en Castellón cuando aún se tenían frescas las imágenes de cientos de miles de toneladas de clementinas sin recolectar, que no pudieron ser comercializadas a causa del daño provocado por la sucesión de temporales de noviembre y diciembre del año pasado. Los sindicatos agrarios de La Plana, La Unió de Llauradors y FEPAC-Asaja, así como las cooperativas de Intercoop buscaron entonces alianzas con los alcaldes de las principales zonas citrícolas yal movimiento se sumaron, entre otros, los de municipios como Castellón, Nules, Borriana, Moncofa... Se redactó un manifiesto y uno de los puntos reivindicativos más destacados fue, otra vez, asegurar la sanidad vegetal de las importaciones comunitarias de cítricos de países terceros, especialmente de Sudáfrica.
Amenaza real en Europa
Se sospecha que la bacteria que ahora se expande sin remedio por Baleares y de la que Agricultura ya ha confirmado dos focos en Alicante accedió a Europa en plantas cafetales procedentes de Centroamérica que entraron, muy probablemente, por Rotterdam. Un reciente estudio elaborado por investigadores de España, Francia, Italia y Sudáfrica concluye que el llamado 'Cotonet de les Valls' (Delottococcus aberiae), que fue detectado en 2009 en la Comunitat y provoca importantes deformaciones en los cítricos, tiene el mismo ADN que las cochinillas presentes en la provincia sudafricana de Limpopo. Quizá, dada la cercanía sobre el primer foco, la plaga entró en un cargamento importado desde Sudáfrica a través del puerto de Sagunto. En 2015 se confirmó la presencia en Galicia y en el Norte de Portugal del insecto vector –la Trioza erytreae– que porta la enfermedad citricola más devastadora del planeta, el Citrus greeening, un psílido africano extendido por este continente pero especialmente presente en zonas citrícolas también sudafricanas. Dos años después, como confirmó recientemente una auditoría de la CE, las autoridades gallegas y lusas ya renuncian a la erradicación y se limitan a tímidas acciones de contención de esta plaga, lo que ha hecho saltar todas las alarmas.
Hoy las principales amenazas fitosanitarias procedentes de Sudáfrica son: la 'mancha negra' –un hongo que deteriora la piel de la fruta hasta hacerla no comercial–; la Thaumatotibia leucotreta –una polilla que destroza el fruto desde dentro–; el 'citrus canker' –una bacteria letal para los árboles que se propaga por el viento– y el citado 'citrus greening' –que relevó en EEUU o Brasil a éste último patógeno en capacidad de destrucción–. Y el necesario primer punto crítico de control, dado que entre el 60 y el 80% de los cítricos sudafricanos entran a la UE por Holanda, es evidentemente Rotterdam.
Este es el planteamiento que machaconamente ha venido repitiendo a Bruselas sin demasiado éxito el sector citrícola español –a través del grupo conformado por ASAJA, COAG, UPA, Cooperativas Agroalimentarias y el Comité de Gestión de Cítricos (CGC)–. La Plataforma por la Dignidad del Agricultor lo ha hecho ahora también suyo, renovando las exigencias con dos puntos clave: las inspecciones en origen (en los puertos de salida sudafricanos) y la aplicación de 'cold treatment' (tratamiento de frío para impedir el acceso de la T. Leucotreta).
Distribución holandesa
El CGC, además y por su parte, ha venido cuestionando la particular situación de la inspección fitosanitaria de Holanda, que lejos de estar en manos de funcionarios independientes, está controlada por una firma concesionaria privada (KCB) montada por los propios importadores hortofrutícolas además de por la gran distribución holandesa (que serían los menos interesados en bloquear partidas por problemas fitosanitarios). Quizá a consecuencia de estas presiones, Bruselas tuvo que anunciar en abril que realizaría una inspección a Holanda "para mejorar la uniformidad de las inspecciones en la Unión". Tal auditoría será acometida también este mes de septiembre.
El tratamiento de frío en tránsito, la clave
El tratamiento de frío en tránsito es exigido a España en multitud de protocolos fitosanitarios de exportación como método eficaz para evitar que las partidas tengan larvas de 'ceratitis capitata'. EEUU , China, Corea del Sur, Méjico, Australia o Japón, son algunos de los destinos que así lo exigen para proteger su producción local. Sudáfrica sufre, como casi toda Áfríca y para multitud de cultivos, la T. leucroteta, una dañina polilla que ataca al fruto desde su interior facilitando después la aparición de hongos o bacterias. Pues bien, tras años de intensas presiones, el sector citrícola español arrancó a la UE que esta peligrosa plaga fuera específicamente regulada para prevenir su ingreso, cambios que entrarán en vigor el 1 de enero de 2018. A lo que el ejecutivo comunitario no accedió, pese a que lo llegó a pedir también el propio Parlamento Europeo y se sigue reivindicando, es al 'cold treatment' que sí se obliga a España en el caso de la referida 'mosca del mediterráneo'.
Las presiones del lobby sudafricano/holandés fueron clave para evitar que Bruselas exigiera a Sudáfrica la misma garantía que, paradójicamente y según información del CGC, el país africano sí acepta y aplica o ha aplicado en sus envíos de cítricos a EEUU, Japón, Corea del Sur, China, Tailandia, India, Indonesia, Taiwán, Nigeria, Mauricio, Jordania, de naranjas y limones a Madagascar y de naranjas a Sri Lanka y a Sudán.
Hasta el momento, las interceptaciones portuarias europeas a partidas sudafricanas motivadas por esta plaga (que en 2018 será de obligada vigilancia) han sido recurrentes, hasta siete sin ir más lejos esta campaña (sólo hasta el mes de julio). De Holanda, pese a ser la principal vía de entrada, ninguna y pocas, muy pocas en los últimos años, lo que también evidenciaría la laxitud de las inspecciones en Rotterdam.
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