Los astros parecen haberse alineado para poner una vez más a prueba a la citricultura del nordeste argentino, reconocida por el dulce sabor de sus naranjas y mandarinas.

Al quebranto exportador de los últimos 5 años, que desfinanció a las empresas y las arrojó fuera del circuito bancario, se sumaron en las últimas semanas las torrenciales lluvias y el regreso de un hongo que provoca la caída anticipada de la fruta, explicó a El Entre Ríos el productor Héctor Toller.

Los resultados del censo que está a punto de culminar pondrían en blanco sobre negro la magnitud de la crisis. "Aún no están las cifras finales, pero la superficie plantada con citrus en Entre Ríos habría caído entre el 30 y el 35% desde 2002 hasta el presente", adelantó Toller.

El productor no dudó en calificar a la situación como "desesperante". Explicó que "las lluvias no dejan sacar la fruta y encima el exceso de humedad provocó la reaparición de un hongo que debilita la planta y hace que la fruta se caiga".
Entre la urgencia y las soluciones de fondo

Héctor Toller consideró urgente que el Estado salga a respaldar a la actividad, que arrastra un quebranto de por lo menos "3 años". "Para colmo, vas al banco y te piden los últimos dos balances y cuando ven el rojo no están dispuestos a financiarnos", precisó.

Toller resaltó el impacto multiplicador del citrus, al justiciar que el Estado lo auxilie en la emergencia. "Hay otros sectores de la economía que para facturar 10 millones, ocupan a dos o tres personas nada más. El citrus en cambio factura lo mismo pero empleando entre 20 y 25 trabajadores", detalló.

Consultado sobre el proyecto de modificación de la Ley de Impuestos Internos 24.674, que eleva del 4 al 28% la presión fiscal sobre los fabricantes de bebidas analcohólicas que no incluyan como mínimo el 10% de jugo natural, Toller juzgó que, de haberse aprobado, habría permitido la creación de un "fondo anticrisis" para atravesar momentos como el actual, y financiar el recambio de variedades, en respuesta a las nuevas demandas internacionales.

En el año 2013, los diputados Luis Basterra de Formosa y Osvaldo Elorriaga de Entre Ríos presentaron un proyecto de modificación de la ley de impuestos internos que, básicamente, proponía aumentar al 28% la alícuota que pagan las bebidas analcohólicas que no llegan a un mínimo del 10% de jugo natural, mientras que reducía a sólo al 3% el impuesto para el caso de las bebidas que cumplan con esa proporción natural.

La reforma legal apuntaba a mejorar la calidad de las bebidas que ingieren los argentinos, fomentar la fruticultura orientada a la industria de los jugos y, a su vez, para el caso de que las empresas fabricantes optaran por pagar el 28% del impuesto en vez de acrecentar la base natural de sus productos, canalizar esos mayores ingresos fiscales hacia un "fondo anti crisis". "Ese dinero serviría para financiar con créditos el recambio de variedades", remarcó Toller.

"¿Por qué nunca pudo concretarse la reforma?", preguntó El Entre Ríos. Toller disparó: "Por el lobby de Coca Cola".

La multinacional es el jugador principal de un negocio que mueve miles de millones de pesos al año en la Argentina: el de las bebidas sin alcohol de consumo masivo. Es obvio que la proyectada reforma de Basterra y Elorriaga la obligaría a pasar del 4 al 28% de impuestos en caso de seguir fabricando con escasa o nula proporción de lo natural. La otra alternativa sería que apostase a incorporar no menos del 10 % de jugo de frutas en sus envases y en ese caso abonar sólo el 3% de impuesto. Obvio, también en esta alternativa, sus costos subirán sustancialmente.

"Coca Cola pone como excusa que la citricultura no estaría en condiciones de abastecerlo si rigiera la reforma legal y por ello se vería en la necesidad de importar jugo natural de Brasil", contó a El Entre Ríos otro productor consultado. "Pero es la inversa", razonó. "Si Coca Cola se decidiera a comprar más jugo natural y las fábricas del interior que le proveen pagasen mejor a los productores la fruta para industria, habría un impacto multiplicador favorable que sacaría al citrus de su crisis", aventuró.

"Con o sin ley, bastaría que Coca Cola apostara a lo natural e invirtiera en la región para que todo el sector se beneficiara, siempre y cuando -insistió- el productor sea tenido en cuenta".
El reclamo de 2015

A fines del año 2016, cuando aún no se había producido el recambio del gobierno, las entidades citrícolas del litoral se unieron para reclamar urgentes soluciones. Una carta, titulada "LA CITRICULTURA SE MUERE Y NO POR CAUSAS NATURALES", proponía soluciones de fondo; entre ellas, la "modificación del Artículo 26 de la Ley de Impuestos Internos 24.674, para elevar el porcentaje de jugo natural en las bebidas sin alcohol a base de frutas"; el apoyo del Estado para promover el consumo interno de citrus en espacios como Fútbol para Todos; insertar a la fruta fresca y al jugo cítrico, con sus reconocidas propiedades saludables, en la dieta de los colegios; y el tratamiento de la Ley de Creación del Fondo Nacional Citrícola.

Cuatro meses después de aquella carta desesperada, corriente del niño mediante, el escenario se agravó, mientras no aparecen ni los paliativos urgentes ni las soluciones de fondo.
Fuente: El Entre Ríos