El Senasa fue y es un protagonista de esa transformación. Mediante un proceso de cambio y fortalecimiento institucional, restableció el papel central del Estado en materia de sanidad animal y vegetal e inocuidad alimentaria; se triplicó el presupuesto que se utiliza como la principal herramienta de gestión; el proceso de descentralización es una realidad en marcha al igual que el plan de capacitación; la informatización sigue el curso pautado y el personal del Senasa cuenta con un escalafón que promueve una carrera profesional previsible y continua con un ordenamiento salarial más justo. Como resultado, la Argentina exhibe hoy una condición sanitaria óptima. Está libre de enfermedades como la fiebre aftosa, el mal de la vaca loca, influenza aviar, Newcastle y peste porcina clásica. La situación fitosanitaria está controlada y contamos con la tecnología y la capacidad de gestión para combatir la aparición de plagas vegetales.