“Si bien es un proyecto nacional, las principales actividades se piensan desarrollar en el área del NEA. Se trata de una iniciativa que cuenta con la participación de los gobiernos provinciales de Entre Ríos, Corrientes y Misiones; el INTA, universidades nacionales, asociaciones de productores y organismos internacionales”, indicó el ingeniero Ricardo Sánchez, Coordinador de Programas Fitosanitarios del SENASA. En la Argentina se destacan por su importancia económica dos especies de moscas de la fruta (Ceratitis capitata o “del Mediterráneo” y Anastrepha fraterculus o “Sudamericana”) que causan significativas pérdidas anuales a la frutihorticultura y constituyen una de las principales barreras no arancelarias que existen en este momento y que podrían dificultar la expansión de la actividad citrícola en particular. Los requisitos fitosanitarios establecidos internacionalmente limitan el ingreso a determinados mercados o exigen complejos y onerosos tratamientos cuarentenarios, para autorizar el ingreso de productos hospederos provenientes de países considerados infestados por la plaga. El Programa Nacional de Control y Erradicación de la Mosca de los Frutos surge a los efectos de eliminar estas exigencias cuarentenarias y lograr el acceso a los mercados que no permiten el ingreso de productos provenientes de áreas con presencia de mosca de los frutos. La estrategia de intervención se basa en una regionalización del Programa, con una coordinación nacional a cargo del SENASA, y el trabajo conjunto con los gobiernos provinciales, el INTA, Universidades Nacionales, asociaciones de productores y organismos internacionales. En la referida reunión de trabajo –celebrada en la Sede de la FUNDANEA– “se analizó básicamente la forma de avanzar decididamente con este proyecto, porque la intención es poner en marcha en esta campaña toda la estructura y la infraestructura que demanda la ejecución de un programa de esta envergadura, como laboratorios de identificación, redes de monitoreo, centros de embolsado de moscas para acondicionarlas para la liberación y la instalación de una red de trampeo en toda la superficie”, enumeró Sánchez. Los objetivos del PROCEM apuntan a certificar zonas libres de Mosca de los Frutos en la Argentina para su reconocimiento nacional e internacional, proteger las zonas libres/liberadas de las principales plagas que componen el complejo Mosca de los Frutos, mejorar la competitividad e inserción de los productos frutihortícolas nacionales en los mercados externo e internos, alcanzar una mejora sustancial del estatus sanitario de Argentina con relación a Mosca de los Frutos, e incentivar la producción y diversificación agrícola e incrementar la exportación frutihortícola. El PROCEN se viene implementando con éxito en la Región Nuevo Cuyo y en la Patagonia, a tal punto que esta última ha sido reconocida por Estados Unidos como Área Libre de Mosca de los Frutos. Financiamiento compartido El ingeniero Sánchez señaló que “hace varios meses que venimos coordinando el inicio de las actividades y consensuando las aspiraciones que tienen tanto el sector público como el privado sobre el Programa. Para nosotros es fundamental que toda la producción citrícola de la provincia tome conciencia de la importancia de intervenir en el PROCEM, lo cual no sólo significa apoyar el proyecto sino también seguir las líneas de trabajo que establezca la conducción del Programa”, destacó. El financiamiento del proyecto “es compartido, ya que por un lado existe una operatoria crediticia del Banco Interamericano de Desarrollo que asume el SENASA como contraparte nacional, y la otra parte del financiamiento provendrá de los niveles provinciales; también existe un porcentaje que deberá ser afrontado por el sector productivo pero en una segunda etapa, de manera de asegurar la sostenibilidad del Programa”, anticipó Sánchez. Cambio tecnológico en la lucha sanitaria El PROCEM plantea un cambio tecnológico en la lucha sanitaria tradicional, donde se aplican productos químicos. “El proyecto plantea cambiar esta estrategia que se realiza a nivel predial (esto significa que el control químico lo hace el productor) por una nueva técnica de control integrado, donde la base es la lucha biológica a través de la implementación de la técnica del insecto estéril, la cual consiste en la liberación de machos estériles que con la hembra fértil establecida no generan descendencia y así decaen los niveles de población de la plaga y por lo tanto los niveles de daño”, graficó el ingeniero Sánchez. Para la implementación de esta técnica “se necesita un período inicial de abatimiento por un lapso de no más de 2 meses donde sí hay que llevar a cabo una lucha intensa pero con químicos no dañinos; superada esa instancia se reducirá en un 80 % la cantidad de químicos que se está utilizando actualmente en la Región, es decir que el impacto ambiental será sumamente positivo”, aseveró Sánchez. En cuanto a los productos “no dañinos” que se utilizarán en los primeros 3 meses del PROCEM, Sánchez señaló que “en la actualidad existen herramientas que van más allá de los productos tradicionales y que no generan ningún tipo de impacto negativo al medio ambiente y a los seres vivos; son productos nuevos, de origen orgánico, que tienen el mismo o mayor nivel de efectividad que los productos tradicionales en el control de la plaga y se utilizarán en el PROCEN en sintonía con esta filosofía de plantear una lucha biológica y en defensa del medio ambiente”, enfatizó. El proyecto del SENASA contemplaba inicialmente la aplicación en forma aérea de estos productos, “pero actualmente lo estamos replanteando para que podamos avanzar en etapas a través de la aplicación terrestre en este breve período inicial de 60 días que apunta a disminuir los niveles poblacionales, el cual –una vez concluido– dará lugar al comienzo del control biológico con la incorporación del insecto estéril”, concluyó Sánchez.